Al escuchar aquellas palabras finales de Katsuragi, Kirtash no sabía cómo reaccionar. Por un lado, habían sido palabras inesperadas, no se esperaba que nadie nunca pudiera pensar algo así; y, por el otro lado, le agradaba que tras muchos años, una persona pudiera decir aquello de verdad, sin pensar que era un monstruo o algo por el estilo. Aunque lejos de sonreír, la peliverde ladeó su cabeza hasta poder mirarle fijamente, y suavizó su expresión seria y lejana.
Aunque aquello no le duró mucho más, ya que la presencia de dos sujetos extremadamente más poderosos que todos los presentes juntos consiguió acaparar la atención total de Kirtash. Antes de que se hubiera dado tiempo de hacer o decir algo, la... chica/niña capitana comenzó a gritar, algo que obligó a Kirtash a cerrar los ojos, como si se estuviera alejando de aquel lugar con eso. "No me gustan los gritos..." Pensó la shinigami, entreabriendo uno para no perder de vista a los capitanes. A pesar de que ya se había callado, gracias al hombre, Kirtash se levantó del suelo olvidándose completamente de que Yuneeh había estado pretendiendo masajearla, agachando la cabeza en una especie de saludo corporal. La altura de la peliverde hizo que tuviese que mirar bastante hacia abajo para dirigirse a la capitana, ya que al terminar con aquella "reverencia" quiso mirarla fijamente, como quién da a entender que iba más hacia ella, para que no gritase, que hacia el otro capitán.
Cualquier atisbo de alegría que podía haber tenido hasta ese momento, gracias a la aceptación de los demás y de las palabras de Katsuragi, desapareció tan rápido como el capitán había pronunciado aquel discurso explicando la misión encomendada hacia ellos. "¿Por... por qué?" Se preguntó a si misma, agachando la cabeza hasta que sus cabellos ocultaron el rostro. Se olvidó de contestar al saludo de despedida del chico, que iba directo a obedecer las órdenes de los superiores... pero Kirtash no podía moverse, era como si la hubieran pegado al suelo, incapaz de moverse. Sus manos se cruzaron por encima del pecho, de forma que se autoabrazaba, pero no llegó a temblar, era demasiado fuerte como para temblar, pero no pudo controlar aquella fobia hacia el mundo humano que tenía. Y ahora tendría que volver a aquel lugar tan odiado...
Como si le hubieran dado una inyección de energía, volvió a estirar sus brazos a ambos lados de su cuerpo, y alzó el rostro. Se giró para mirar a Yuneeh y al shinigami sin amigos, durante unos segundos, los justos como para notar que Haiass temblaba de emoción cuando Kirtash posó su gélida mirada en el chico, como si su mala conducta hacia ella hubiera hecho que su zampakutoh desease su sangre. Pero no tenía tiempo para pensar, indagar, o preguntarle al serpiente sobre ello, ya que rápidamente encaró de nuevo a los capitanes, y con un ligero movimiento de cabeza, comenzó a andar. Sin shumpo, no como había hecho Katsuragi, ella se movía silenciosa pero constante ante aquella orden que cumpliría de la mejor forma imaginable. Tan solo... su misantropía podía contra ella.
En poco tiempo, ella también desapareció.
Aunque aquello no le duró mucho más, ya que la presencia de dos sujetos extremadamente más poderosos que todos los presentes juntos consiguió acaparar la atención total de Kirtash. Antes de que se hubiera dado tiempo de hacer o decir algo, la... chica/niña capitana comenzó a gritar, algo que obligó a Kirtash a cerrar los ojos, como si se estuviera alejando de aquel lugar con eso. "No me gustan los gritos..." Pensó la shinigami, entreabriendo uno para no perder de vista a los capitanes. A pesar de que ya se había callado, gracias al hombre, Kirtash se levantó del suelo olvidándose completamente de que Yuneeh había estado pretendiendo masajearla, agachando la cabeza en una especie de saludo corporal. La altura de la peliverde hizo que tuviese que mirar bastante hacia abajo para dirigirse a la capitana, ya que al terminar con aquella "reverencia" quiso mirarla fijamente, como quién da a entender que iba más hacia ella, para que no gritase, que hacia el otro capitán.
Cualquier atisbo de alegría que podía haber tenido hasta ese momento, gracias a la aceptación de los demás y de las palabras de Katsuragi, desapareció tan rápido como el capitán había pronunciado aquel discurso explicando la misión encomendada hacia ellos. "¿Por... por qué?" Se preguntó a si misma, agachando la cabeza hasta que sus cabellos ocultaron el rostro. Se olvidó de contestar al saludo de despedida del chico, que iba directo a obedecer las órdenes de los superiores... pero Kirtash no podía moverse, era como si la hubieran pegado al suelo, incapaz de moverse. Sus manos se cruzaron por encima del pecho, de forma que se autoabrazaba, pero no llegó a temblar, era demasiado fuerte como para temblar, pero no pudo controlar aquella fobia hacia el mundo humano que tenía. Y ahora tendría que volver a aquel lugar tan odiado...
Como si le hubieran dado una inyección de energía, volvió a estirar sus brazos a ambos lados de su cuerpo, y alzó el rostro. Se giró para mirar a Yuneeh y al shinigami sin amigos, durante unos segundos, los justos como para notar que Haiass temblaba de emoción cuando Kirtash posó su gélida mirada en el chico, como si su mala conducta hacia ella hubiera hecho que su zampakutoh desease su sangre. Pero no tenía tiempo para pensar, indagar, o preguntarle al serpiente sobre ello, ya que rápidamente encaró de nuevo a los capitanes, y con un ligero movimiento de cabeza, comenzó a andar. Sin shumpo, no como había hecho Katsuragi, ella se movía silenciosa pero constante ante aquella orden que cumpliría de la mejor forma imaginable. Tan solo... su misantropía podía contra ella.
En poco tiempo, ella también desapareció.